SUSAN PRITCHARD, Ph.D.

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7-Sé que los datos muestran que las vacunas no detienen la propagación, no evitan que las personas se infecten PERO gran parte de los datos muestran que las personas con comorbilidades se han beneficiado en muchos casos si se hubieran vacunado antes de infectarse. Dicho esto, también sé que los datos muestran peligros potenciales para la salud, que pueden durar toda la vida, para ciertas poblaciones con posibles problemas cardíacos, etc., especialmente los jóvenes, si son inoculados. Nunca le diría a alguien que se dispare. Siempre, si me lo pidieran, los alentaría a hablar con sus médicos y otros miembros del equipo médico.


Cuando escribí estas palabras por primera vez, iba a terminar después de mi último comentario hasta que me enviaron el blog de un canadiense que vive en un apartamento sobre el convoy de camiones. Todo lo que sabía sobre el convoy era de las noticias canadienses y otros medios de comunicación. Eligió caminar el convoy por la noche hace poco y hablar con cualquiera que conversara con él. Aquí está el párrafo final de su reciente blog de esta semana:


"Cuando finalmente regresé a casa, después de hablar con docenas de camioneros hasta la noche, me di cuenta de que conocí a alguien de todas las provincias, excepto PEI. Todos tienen un profundo amor por este país. Creen en ello. Creen en los canadienses. Estas son las personas en las que Canadá confía para construir su infraestructura, entregar sus bienes y llenar las filas de sus militares en tiempos de guerra. La preocupación abrumadora que tienen es que los mandatos de vacunación están creando una clase intocable de canadienses. No hicieron argumentos de alta falutin de la República de Platón, los tratados de Locke o la interpretación de Bagehot de los sistemas parlamentarios de Westminster. En cambio, ven a su gobierno dispuesto a empujar a una clase de personas fuera de los límites de la sociedad, negarles un medio de vida y negarles la membresía plena en el país más acogedor del mundo; y dijeron basta. Anoche supe que mis nuevos vecinos no son una monstruosa turba de ocupación sin rostro. Son nuestra conciencia moral recordándonos, con cada golpe de sus cuernos, lo que nunca deberíamos haber olvidado: no somos un país que hace una clase intocable de nuestros ciudadanos.”


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